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José Mujica

La memoria de los oídos.Los oídos tienen una excelente memoria. Cuando oímos un sonido agradable no lo olvidamos. ¿Recuerda usted la voz de viejos amigos que desde hace tiempo no le llaman por teléfono?

Usted si ha oído alguna vez un buen sonido. Traten de recordar alguna ocasión que oyeron un sistema de audio, donde hayan movido reflejamente la cabeza acompañándola de un pensamiento como "que bien suena", "que envidia", "perro", "que bárbaro"

     En muchas ocasiones cuando imparto las primeras clases del nivel uno del Audio en la Escuela Superior de Audio y Acústica, noto un embelesamiento exagerado en la cara de muchos alumnos. Ocurre, cuando intento explicar lo que es un buen sonido. Los alumnos tratan de enrumbarse en un viaje imaginativo, en el cual percibo una titánica lucha por ver mis palabras, algunos casi aprietan los ojos tratando de concentrarse, para oír el sonido del que hablo.

  Hasta hace poco yo no había caído en cuenta de este fenómeno, tuvo que venir uno de mis alumnos más negados al audio a preguntarme de frente que cómo era ese sonido, donde lo vendían, para que yo volviera a la realidad y dejara de creerme un Mesías. Me recordé de la historia de Leonardo DaVinci, el cual proponía en conversaciones de salón, proyectos fantásticos. Lo hacía de tal forma, que hipnotizaba a sus oyentes y solo después de un rato que él se marchaba, era que los presentes caían en cuenta de la imposibilidad de implementar semejantes obras.

     Recordé también el reclamo de mi editor Reinaldo Godoy, que un día me dijo "lo que pasa Mujica es que tu crees que todos los demás entienden fácilmente las cosas como tu las ves y no es así". Soy muy sincero cuando les digo a ciertos alumnos que no me considero muy inteligente, por el contrario siempre confieso ser lento de cerebro (Probablemente un CPU 486). También les digo que estoy convencido de que el truco de la vida, no necesariamente está en ser más inteligente, sino más bien en administrar la poca inteligencia con la que estemos dotados.

     Un porcentaje de mis alumnos no asisten a los cursos para ser profesionales del audio, algunos son amantes del audio simplemente y quieren resolver un problema en casa, un 30% son músicos que acuden por diferentes motivos interesantes. También hay un 1% que quiere ser profesional a la fuerza. Dentro de este último porcentaje me han tocado unos personajes tan fascinantes que en ocasiones he tenido que improvisar nuevos métodos de enseñanza.

     Recuerdo en una ocasión que alguien no entendía el concepto de "rutear" una señal a la salida de una consola de mezclas y logré que entendiera, invocando el ejemplo de los laberintos de los pasatiempos. El caso donde un mono debe tomar uno de tres caminos para alcanzar una banana, ¿Recuerdan? Expliqué que tuve la fortuna en mi infancia de tener un hermano mayor que me sugirió que en vez de estar experimentando por los tres caminos propuestos, intentará ir desde la banana al mono, era un solo camino. Así que dije: "Si te ordeno enviar la señal del teclado al canal cinco de tu grabador multicanal, arranca desde la banana, pregúntate: ¿Desde qué salida de la consola de mezcla se alimenta el canal 5 del grabador? Ok, ahora que lo sabes, vete al canal del teclado y ordénale que envíe su señal a esa salida pulsando el botón correspondiente".

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     Hace pocos meses en un caso extremo donde el 1% correspondiente a un año, estaba concentrado en un solo curso, no lograba explicar como sustituir una fórmula dentro de otra. Decía: "Si en esta fórmula dice que este lado es igual a este otro lado, entonces en esta otra fórmula da igual que yo escriba cualquiera de los dos lados aquellos, ¿Entienden?' ...'NO' ". Bueno, tuve que ingeniármelas, al tercer intento, saqué de mi bolsillo una moneda de 20 pesos y un billete de 20 pesos y les dije: "Si yo tuviera que pagarles 20 pesos, ¿Es igual que les pague con el billete o con la moneda? ...'SI', ahora ¿Entienden?...'SI' ", Fuiu.

     Por todo lo expuesto quiero resumir este artículo con una aclaratoria que emplearé de ahora en adelante, en mis clases, para explicar lo que es el buen sonido. Lo primero que deben saber es que el cerebro tiene memoria auditiva y esta es excelente. Nuestra memoria de sensaciones es muy superior y más exquisita que la de datos. Cuando has oído un buen sonido, no lo olvidas. Basado en esto traten de recordar alguna ocasión que oyeron un sistema de audio, donde hayan movido reflejamente la cabeza acompañándola de un pensamiento como "que bien suena", "que envidia", "perro", "que bárbaro", etc. Si no logras recordar algún momento como el mencionado, temo decirte que te costará vivir del audio con la conciencia tranquila.

     Una vez logrado esto, se ha dado el primer paso. Yo supongo que si te gusta el audio tiene que pasar alguna de las siguientes premisas o la combinación de éstas: Te gusta la música, te gusta bailar, te gustan las sensaciones auditivas, te gusta la mecánica. o heredaste un negocio.

     Con respecto a mis artículos Sonido Agradable y La Mentira de los Hi-End, deseo agregar que en los 60's era muy importante tener un equipo de Alta Fidelidad (Hi-Fi). Cuando grababas tu voz en un equipo casero era difícil reconocerla posteriormente en la reproducción, los sonidos no eran fieles. Hoy en día eso no representa  un problema, cualquier equipo de menor cuantía puede lograr una grabación-reproducción fiel. En los 70's ocurrió algo parecido con los grabadores de cassette, era muy importante su gama de frecuencias. SI tenías un grabador que con una cinta Normal llegara de 40Hz a 16KHZ, se era o muy afortunado o muy rico. Hoy eso lo hace cualquier grabador barato.

     Podría ser el caso que usted no necesite sensaciones auditivas agradables, solo le gusta la ópera y la música clásica y simplemente quiere oírlas en su casa, como si estuviera en el teatro. Si ese es su caso no se mortifique en tratar de entender qué son los sonidos agradables. Remítase a las grandes marcas de Hi-End, como Bose, McInstosch, Acuphase, Kef, B&W, Mark Levinson, etc, y asunto arreglado.

     Finalmente, el que recordemos alguna ocasión en que un sonido nos agradó más que los demás nos deja parados en la siguiente interrogante, ¿Tengo mis oídos educados? Pero eso será tema de otro artículo.

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